Carol Prunhuber: Perla de Oriente

Por Jessica Vaisman
Exceso
, Caracas, Junio, 2000.

La despejada mañana promete  un día soleado y estable. La serenidad de este hogar del Este de Caracas invita a la tertulia. El incienso se dispersa por la terraza, prestándole su aroma a la flora tropical. La mirada horizontal se sostiene en sus conocimientos, su calidez la abriga como un manto. Transmite una absoluta paz con su espíritu, vinculada quizás a tradiciones del Oriente que le fascinan. Una voz mansa y calma, expresiones pausadas y gestos atentos, muestran una exploración introspectiva. Formada en las letras, a sus 58 años, Carol Prunhuber se titula perentoriamente escritora.

Demuestra atrevimiento, perspicacia e impetuosidad, cualidad esta última que no sabe si considerar una virtud o un defecto, aunque la ha empujado hacia un camino al que hoy puede mirar con agradecimiento. Su campo, sin embargo, lo descubrió por hechos casi fortuitos; sumergida en su mundo literario, nunca se propuso enfrentar temas de actualidad, políticos y guerreros, o escribir sobre ellos, y mucho menos acercarse a lo que para ella eran tierras desconocidas y nunca consideradas. ¿Un mes en las montañas de Kurdistán en plena guerra, guiada Carol por el líder de la guerrilla, su buen amigo? Esto no tenía cabida en su itinerario original. Pero se hizo tan real y crudo como la ardiente explosión de una bomba a cien metros de distancia, o el penetrante zumbido de balas viajando a velocidades inhumanas, aquel día seguro se reprochó su impetuosidad.

Los ojos de Carol brillan cuando revive las memorias. Al remontarse a la época en la que estuvo en el Kurdistán, su voz se eleva de tono, pero no aumenta la velocidad. Cuenta como referencia importante cuánto sintió el choque de culturas. Las atenciones que tuvieron con ella el pueblo kurdo y los peshmerga (guerrilleros) son dignas de mención aparte. Se refiere a los kurdos como personas profundamente humanas, distinguidas en valores sociales, lo que los hace muy diferentes a los occidentales. Para ellos, un huésped siempre es bien recibido a la hora y fecha que sean; sin embargo, su partida no tiene apuros. Ese mes en aquellas montañas desconocidas para tantos marca un antes y un después en su vida. Su carrera tiene desde entonces un acento distintivo.

Su libro Pasión y muerte de Rahmán el kurdo narra la experiencia que tuvo de primera mano con el pueblo kurdo en tiempos de feroz crisis. El impulso para crear esta obra fue una promesa que le hiciera al protagonista: Abdul Rahman Ghasemlú, líder del partido democrático del Kurdistán iraní a quien había conocido en Francia. En 1982, Prunhuber estuvo en el Festival de cine de Cannes, donde trabó amistad con el controversial cineasta turco/kurdo Yilmaz Güney, que a pesar de estar preso por razones políticas en Turquía,  se las arregló para filmar la película Yol,  que completaría en Suiza tras su fuga, y que fue galardonada con la Palma de Oro. Este encuentro abrió el portón para que la autora emprendiera la aventura. En medio de la seguridad que exigía, Yilmaz le dijo a Carol, al poco tiempo de su primer encuentro: “tus ojos me inspiran confianza”. Esas palabras cimentaron para siempre la amistad entre la periodista venezolana y el cineasta. Luego entablaría amistad con Rahmán, el guerrero kurdo. Luego del asesinato de Rahamán en Viena, en 1989, Carol no puede traicionar la palabra empeñada: en 1992, el texto estaba listo, pero sin casa que mostrara interés en publicarlo. Luego por la guerra de Irak (2003) y la asociación “estratégica” del gobierno de Venezuela con Irán, Prunhuber decidió rescatar sus pliegos del cajón en el que recogían polvo, actualizarlos y presentárselos a los editores, que se hallaron bien dispuestos sobre todo porque los 20 años que ha tenido para reflexionar sobre el tema le dan una profundidad poco común en ese tipo de conflictos. Por lo pronto, está traduciendo su libro al inglés.

Carol Prunhuber


Carol Prunhuber.

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